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domingo, 16 de febrero de 2014

Felicidad relativa.

No es que estuviese cansada de llorar, es que ya no le quedaban más lágrimas que derramar.
Quizás ahora comprendía el pasado, su presente, y el negro futuro que le esperaba. No podía hacer nada que evitase aquello, bueno, quizás si, pero no era lo que quería. Dejarse llevar suena demasiado bien, hasta que te das en las narices y ya no vuelves a dejarte llevar jamás. Quizás será una infeliz toda su vida, pero al fin y al cabo será una infeliz con la vida que quiso elegir, con la vida que puede hacerle la más feliz de todas las personas de esta tierra, o la más infeliz de todo el universo.